Los Lanzallamas

"PERECE LA CASA DE LA INIQUIDAD"

Cuando el Astrólogo escuchó el broncíneo tintineo del cencerro en la puerta, lo cual indicaba que Erdosain había salido a la calle, abrió la puerta del escritorio y encendió la lámpara. Se detuvo allí apoyando pesadamente una mano en la jamba, con el ceño abultado de preocupación. Un mechón de cabellos se pegaba a su frente sudorosa. El cadáver de Bromberg, con los pies descalzos en el centro de la balsa de sangre, era un bulto repugnante.

Inconscientemente el Astrólogo arrugó el cuadernillo de los Gases que mantenía en un puño y lo echó al bolsillo. Con el reverso de la mano se enjugó el sudor de la frente. Su sombra, proyectada por la lámpara del cuarto, partía en dos el mapa de los Estados Unidos con banderitas negras clavadas en los territorios donde dominaba el Ku Klux Klan.

El hombre pensó algo, y dio un gran salto por encima del cadáver estancado en el charco rojo. Evidentemente estaba preocupado. Se movía con urgencia. Abrió el armario antiguo que estaba ocupado por hileras de libros, y de un rincón extrajo una cajita de hierro con cerradura de combinación. Hizo girar el disco de la clave y levantando la tapa colocó la caja sobre la mesa. Luego encendió un fósforo y lo arrojó en su interior. Humeó una llamita azul, y las llamas anaranjadas que devoraban los papeles se reflejaban en el fondo de sus pupilas inmóviles…

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