Meditaciones

Su abuelo, M. Anio Vero, que seguramente trató de suplir con sus atenciones tal ausencia, era un personaje importante en la política de la época. Fue prefecto de Roma (del 121 al 126) y cónsul en tres ocasiones. De él destaca Marco Aurelio «el buen carácter y la serenidad», rasgos amables en un político y en un abuelo.

Marco Aurelio traza (I 3) un emotivo recuerdo de su madre, piadosa, generosa y sencilla en sus hábitos cotidianos, una gran señora romana, dedicada en su viudedad a la educación de sus hijos. Aunque nos dice de ella que murió joven (I 17), Domicia Lucila debía de tener unos cincuenta años cuando murió, entre los años 151 y 161. En la correspondencia de Frontón, éste alude varias veces a la madre de Marco Aurelio como dama de gran cultura, en su casa palaciega en el monte Celio. Allí recibió como huésped al famoso orador y benefactor de Atenas, Herodes Ático, en una de sus visitas a Roma (en el 143).






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