Emma

El pobre señor Woodhouse no podía estar más lejos de sospechar lo que se estaba tramando contra él en el corazón de aquel hombre a quien había acogido con tanta cordialidad, a quien había preguntado con tanto interés si no se había resfriado al venir de Londres bajo la lluvia… De haber podido penetrar en su corazón, se hubiera preocupado muy poco por sus pulmones; pero sin imaginar ni el más remoto atisbo de los peligros que le amenazaban, sin advertir ni la menor diferencia anormal en el aspecto o la actitud de ninguno de los dos, les repitió feliz y tranquilo todas las noticias que acababa de darle el señor Perry, y siguió conversando con ellos muy satisfecho de sí mismo, incapaz de sospechar las noticias que ellos a su vez hubieran podido contarle.









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