La barra de los tres golpes

 

Con modalidades opuestas a los anteriores, distinguíanse Oberdan Caletti y Domingo de Souza.

Aquél, que en primer año fue revoltoso, cuyo sombrero verde oliva, usado como borrador, lustrazapatos, pelota y pendón, era un símbolo, había cambiado notablemente, calmando primero sus ímpetus, dejando, más tarde, de participar en las algarabías. En tercer año intervenía activamente en política escolar; en cuarto, con más intensidad aún; en quinto, estaba totalmente absorbido por ella. Afiliado al partido Reformista, pasó a ocupar pronto puestos directivos, desplegando intensa actividad y relegando el estudio a plano secundario.

Sólo por excepción participaba en las bromas, igualando en ese aspecto al cejijunto e impulsivo Souza, quien, además, rechazaba la política, atacaba al Centro de Estudiantes por inútil y detestaba la algarabía propia de la edad. Personaje singular, huraño, taciturno, de baja estatura, su desgreñado cabello reflejaba su permanente pelea con el peine, en la misma forma en que con su vestuario eludía la elegancia masculina. Excesivamente contraído al estudio, sus horas libres transcurrían en las bibliotecas. Como si eso no fuera suficiente, siempre iba cargado con varios libros, formando un todo inseparable él sus volúmenes. Ese conjunto se llamaba “pibe biblioteca”, o “biblioteca ambulante”, o “el portugués”.

eXTReMe Tracker