La barra de los tres golpes

Las reuniones comenzaban en casa a las veintiuna, aproximadamente, prolongándose hasta la una y media o dos de la madrugada, todas las noches hasta la de la prueba. Aprobado el escrito con la nota mínima, al rendir el oral con igual resultado fue tan grande la alegría por la eliminación de esa pesadilla, que de un salto salimos de la escuela, emprendiendo enloquecida carrera por Callao, en dirección al Sur, sin detenernos en las esquinas para cuidarnos del tránsito; sólo al llegar a Corrientes recapacitamos, festejando en una heladería la conclusión de un tormento que no nos daba paz.

Las demás pruebas se superaron fácilmente, logrando la división magníficos resultados en el turno de diciembre.

Una asignatura de poca importancia podía dar disgustos: Taquigrafía. Teniendo conciencia plena de lo poco que sabíamos conrrimos a un instituto articular constituido poco antes, que funcionaba en los en los locales de la Asociación Italiana "Mutualitá e Istruzzione": La academia "Palas Atenea", fundada por tres alumnos de la Facultad: Américo Morera, Luis Waisman y Vitaliano Caletti.

Líbero enseñaba Taquigrafía. Su clase fue concurrida por Vázquez, Valente, López Mecatti, Pagliano, yo y algunos otros, evocando continuamente los hechos vividos. Concentrado el esfuerzo en el aprendizaje, obtuvimos pleno éxito.

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