La barra de los tres golpes

CAPÍTULO V

 

QUINTO AÑO

 

 

I

 

Fue reducido el número de los que lograron llegar a quinto. Quienes tuvimos la dicha de formar su segunda división, sentimos enorme alegría, considerando suficientemente compensados los esfuerzos debidos, con la suerte de seguir permaneciendo en la “Barra” que tanto queríamos.

Los profesores, optimistas, pensaban que con tan pequeño núcleo de alumnos, pues no alcanzaban a una veintena, podían obtenerse satisfactorios resultados. Pero a los pocos días la incorporación de un respetable contingente de estudiantes del turno matutino que pasaban al nocturno, transformó en fuerte a la endeble división. Si ello dificultaba la enseñanza, tenía la ventaja, en compensación, de augurar un año bullicioso.

 

Difícil para el país era el año que comenzábamos. La crisis marchaba al galope y la situación económica era mala. Nacían las “villas miserias” en los alrededores de Puerto Nuevo y nuestras excursiones nocturnas a esos apartados lugares de la ciudad nos trasmitían cierto estado de temor. La desocupación se convertía en amenazador fantasma y la búsqueda de empleo constituía una odisea angustiosa.

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