La barra de los tres golpes

Cuando nadie llevaba la tabla de logaritmos y el profesor pasaba al lado de los bancos preguntando: "¿Por qué no trajo la tabla?" le respondían al instante: "¡Yo se la presté a Souza!"; "¿y usted?", trataba de averiguar dirigiéndose a otro: "¡Yo también se la presté a Souza!", contestaba el interpelado. Entonces, Porto, volviéndose al acusado, le reprochaba: "¿Poque" no trajo la tabla, 'poque'?".

Souza quedaba mudo; pero miraba con tanto odio que si se transformaba esa potencia de ira en unidades de fuerza motriz, hubiera podido mover todas las máquinas del mundo.

 

En su primera presentación, al indicar los libros más convenientes, el Dr. Porto dejó librado al arbitrio de cada uno el autor que más le agradara, con una sóla excepción: la Trigonometría de Ricaldoni. Aclaró: "no sirve porque tiene la raya al 'costao' ".

En la clase siguiente de la Peña levantó la mano y aparentando mucha timidez preguntó: "¿Doctor, yo no tengo trigonometría: puedo comprar la de Ricaldoni?". "No, le gritó en el acto, la de Ricaldoni no sirve, no ve que tiene la raya al 'costao'?".

Así, durante varias noches, uno de los presentes interrogaba respecto a la posible adquisición de Ricaldoni; y obtenía siempre la misma respuesta, dicha a gritos.

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