La barra de los tres golpes

Sorteando obstáculos, adelantase el Dr. de Vedia sobre una alfombra de granos y productos vegetales, como tierra de contienda sembrada de granadas y balas; por rara coincidencia saludó a los que egresaban instándoles a que, así como los soldados de Napoleón se honraban citando los campos de batalla en que habían peleado, los alumnos de la Escuela de Comercio "Carlos Pellegrini" se enorgullecieran diciendo que habían pasado por sus aulas.

Discurso breve y brillante, su elocuencia y cordialidad fueron rubricados con una sincera y estruendoso ovación.

Luego, cuando el profesor de Literatura se retiro, subió al escenario Julio Luis Vázquez y quiso agradecer el gesto de los organizadores y protestar contra los causantes del alboroto. Nadie lo había autorizado a asumir representaciones, pero eso no importaba en esos momentos; más aún, los representados se lo hubieran agradecido de corazón, por su feliz idea. Lo cierto es que antes de que pudiese exponer sus intenciones, una estridente silbatina, generosamente acompañada por significativos ruidos onomatopéyicos e insultos que hubieran enorgullecido a Souza, lo obligaron a bajar y volver precipitadamente a su asiento, que ocupó protestando mientras los demás seguían riendo a mandíbula batiente.

 

 

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