La barra de los tres golpes

Partían de la mitad del cráneo hacia la nuca, los últimos y dispersos cabellos del Dr. José Casanovich, cuya voz aguda podía oírse por todos los rincones del edificio. Enseñaba historia antigua. Principiaba sus frases con voz grave que tornaba aguda a su final; alargaba las últimas vocales agregándole una rara exclamación en la cual se fundían las vocales “a” y "e", pronunciadas nasalmente. Decía: "¿El Egiptoooooo, ae?".

Cuatro frases caracterizaron el proceso de sus conferencias. La primera: el Dr. Casanovich hablaba y la clase escuchaba; la segunda: el Dr. Casanovich hablaba y la clase coreaba el "ae"; la tercera: el Dr. Casanovich hablaba sin emplear "ae", pero la clase seguía coreándolo; la cuarta: el Dr. Casanovich omitía el “ae” y la clase también.

Una vez que tiraron rapé, exclamó: "El Egiptoooo.. atchís!", y un estruendoso estornudo cortó su exposición.

Se le apreciaba por ser buen profesor aunque su voz chillona invitara a la burla, lo mismo que la calificación craneana que enseñó: "braquicéfalos y dolicocéfalos". No se hizo esperar el bautismo: paso a ser el "braquicéfalo".

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