La barra de los tres golpes

Pero nunca faltaron en los labios del Dr. Urien las voces de aliento ni los sanos consejos. Aplaudía y reconocía el esfuerzo de esos chiquilines que tan tempranamente iniciaban la lucha por la vida y a pesar de la dureza del cotidiano batallar, se preocupaban constante por su formación cultural y su porvenir.

Solía pregunta a cada uno donde trabajaba; luego decía: “Bueno, amigo, Ud. será el director (o al general, o el contador) de esa casa”. Así, por ejemplo, al empleado de Gath y Chaves, no lo llamaba por su nombre. Simplemente decía: “Que pase el director de Gath y Chaves”.

Jamás se le oyó un reproche amargo o una expresión desagradable, ofreciendo en este aspecto singular contraste con su colega de inglés, a quien le correspondía la originalidad excesiva de creer que cada alumnos era un “reo”. A ver ese “reíto”, decía señalando con el dedo al aludido. Y cuando se dirigía a un grupo, ahuecaba la voz exclamando despectivamente: “Ese suburbio…”.

Por eso, aunque no se aprender mucho con el Dr. Urien, sus frases de aliento constituyan una valiosa ayuda moral para los de primer año.

 

 

 

XI

 

eXTReMe Tracker