La barra de los tres golpes

Ganaron los uruguayos en buena ley, pese a que por mal entendido patriotismo, la transmisión se acomodaba a la pasión local. Los locutores radiales gritaban entusiasmados: "avanzan los jugadores argentinos brillantemente colocados, cabecea el centro-delantero, hay gran peligro para la valla uruguaya, avanzan los argentinos, siguen avanzando los argentinos. .. 'gool' uruguayo".

Los ríoplatenses tenían el cetro de ese deporte. Cualquiera fuese el triunfador, puede decirse con propiedad que el trofeo estaba en buenos pies. De modo que, aunque sólo fuera por sentimiento de confraternidad, el triunfo debía alegrar a los vecinos de ambas orillas del más ancho río del mundo.

Si un acontecimiento de esta naturaleza lograba atraer la atención de la gente más respetable,

cómo no habría de repercutir en los integrantes de "primero-primera", cuyo espíritu estaba siempre preparado para volcar íntegramente su entusiasmo por cualquier motivo.

Así, pues, sin hacer cuestión acerca de si los campeones eran argentinos o uruguayos, como primera medida se declaró una huelga, cumplida por unanimidad.

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