El maquiavelismo se basa en la astucia, la estrategia y una visión calculada de cada situación. Aquí, toda acción es evaluada en términos de beneficios y costos, donde el fin justifica los medios. Las personas que aplican el maquiavelismo observan cada interacción como un tablero de juego, planificando sus movimientos para obtener una ventaja a largo plazo. Saben ocultar sus verdaderas intenciones tras una fachada de cortesía y amabilidad, utilizando halagos o promesas sin intención de cumplirlas si esto les proporciona la lealtad o confianza de los demás. Sus decisiones están desprovistas de impulsividad; cada palabra, cada gesto es meticulosamente diseñado para avanzar hacia sus objetivos, maximizando el beneficio propio y minimizando el riesgo de exposición.