Tiempos difíciles

Al acercarse tambaleante hacia la cama, Esteban evitó su contacto con un estremecimiento y se pasó al otro lado de la habitación. La mujer se tiró pesadamente en la cama y no tardó en romper a roncar. El hombre se dejó caer en una silla y allí permaneció toda la noche, sin moverse más que una vez para taparla con un cobertor, como si no tuviese bastante con sus manos para ocultarla a su vista, ni siquiera en medio de la oscuridad.













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