Crimen y Castigo

‑¿Cómo podré agradecérselo? ‑empezó a decir Pulqueria Alejandrovna estrechando las manos de Rasumikhine.

Pero su hijo la interrumpió:

‑¡Basta, basta! No me martiricéis. No puedo más.

‑Vámonos, mamá. Salgamos aunque sólo sea un momento ‑murmuró Dunia, asustada‑. No cabe duda de que nuestra presencia te mortifica.

‑¡Que no pueda quedarme a su lado después de tres años de separación! ‑gimió Pulqueria Alejandrovna, bañada en lágrimas.

‑Esperad un momento ‑dijo Raskolnikof‑. Como me interrumpís, pierdo el hilo de mis ideas. ¿Habéis visto a Lujine?

‑No, Rodia; pero ya sabe que hemos llegado. Ya nos hemos enterado de que Piotr Petrovitch ha tenido la atención de venir a verte hoy ‑dijo con cierta cortedad Pulqueria Alejandrovna.

‑Sí, ha sido muy amable… Oye, Dunia, he dicho a ese hombre que lo iba a tirar por la escalera y lo he mandado al diablo.

‑¡Oh Rodia! ¿Por qué has hecho eso? Seguramente tú… No creerás que… ‑balbuceó Pulqueria Alejandrovna, aterrada.

eXTReMe Tracker