Los hermanos Karamazov

Mitia se dio cuenta de que había estado durmiendo más de una hora, pero no prestaba atención al juez. Le sorprendía haber encontrado bajo su cabeza un cojín que no estaba cuando se había echado, rendido, sobre el cofre.

—¿Quién ha puesto aquí este cojín? ¿Quién ha tenido este rasgo de bondad? —

exclamó con vehemencia, con voz henchida de emoción, como si se tratara de un acto de altruismo inestimable.

El ser magnánimo que había tenido esta atención permaneció en el anonimato, pero Mitia llegó a llorar de emoción. Se acercó a la mesa y dijo que firmaría todo lo que le pidiesen que firmara.

—He tenido un hermoso sueño, señores —dijo con voz extraña y el semblante resplandeciente de alegría.

CAPÍTULO IX

eXTReMe Tracker