Los hermanos Karamazov

—No tengo nada contra Él. En verdad, Dios no es más que una hipótesis. Sin embargo, reconozco que... que es necesario para ordenar la vida... y para otras cosas... Tanto —terminó Kolia, empezando a enrojecer—, que si Dios no existiera, habría que inventarlo.

De pronto, pensó que Aliocha podía creer que hablaba para darse importancia, para exhibir su erudición. «Sin embargo —se dijo, irritado—, nada más lejos de mi ánimo que alardear de cultura ante él.» Se sentía profundamente contrariado.

—Estas discusiones me repugnan —declaró—. Se puede amar a la humanidad sin creer en Dios. ¿Lo dudas? Voltaire no creía en Dios y amaba a la humanidad.

Y pensó: «¡Otra vez, otra vez!»

—Voltaire creía en Dios, aunque un poco friamente. Y, al parecer, del mismo modo amaba a la humanidad —repuso Aliocha con toda naturalidad, como si hablara con una persona que tuviera la misma edad que él, o incluso que fuera mayor.

A Kolia le impresionó la falta de seguridad que demostraba Aliocha en su juicio sobre Voltaire, y también le llamó la atención que dejara en manos de él, que no era más que un muchacho, la solución de un asunto tan importante.

—Por lo visto —dijo Aliocha—, has leído a Voltaire.

eXTReMe Tracker