El hombre de la máscara de hierro

Las explicaciones de Aramis

—Lo que voy a deciros, amigo Porthos —dijo Herblay—, va a sorprenderos, pero también a instruiros.

—Prefiero quedar sorprendido —repuso con benevolencia Porthos—; no os andéis con miramientos. Soy duro para las emociones; nada temáis, pues.

—Es difícil, Porthos… porque en verdad, os repito que tengo que deciros cosas muy singulares, muy extraordinarias.

—Os expresáis tan bien, mi querido amigo, que me pasaría días enteros escuchando. Hacedme, pues, la merced de explicaros, y… se me ocurre una idea: para facilitaros el trabajo, para ayudaros a decirme esas cosas, voy a interrogaros.

—Muy bien.

—¿Por qué vamos a pelear, mi querido Aramis?

—Como me hagáis pregunta como esa, no me ayudaréis en nada; todo lo contrario; pues precisamente es ese el nudo gordiano. Mirad, amigo mío, con un hombre generoso y abnegado como vos, lo mejor es hablar. Os he engañado, mi buen amigo.

—¿Vos me habéis engañado?

—Sí.

—¿Lo hicisteis por mi bien?

—Así lo creí con toda sinceridad.

eXTReMe Tracker