La Dama de las Camelias

—Yo se la entregaré —continué—, pero júreme que no dirá a Marguerite que se la he entregado yo.

—Esté tranquilo.

—Y si le manda que venda o empeñe algo más, avíseme.

—No hay peligro, ya no tiene nada.

Antes pasé por mi casa para ver si había cartas de mi padre. Había cuatro.










eXTReMe Tracker