La Cautiva

APÉNDICE

Prólogo del autor a las Rimas

El principal designio del autor de La Cautiva ha sido pintar algunos rasgos de la fisonomía poética del desierto; y para no reducir su obra a una mera descripción, ha colocado, en las vastas soledades de la Pampa, dos seres ideales, o dos almas unidas por el doble vínculo del amor y el infortunio. El suceso que poetiza, si no cierto, al menos entra en lo posible; y como no es del poeta contar menuda y circunstancialmente a guisa de cronista y novelador, ha escogido solo, para formar su cuadro, aquellos lances que pudieran suministrar más colores locales al pincel de la poesía; o más bien, ha esparcido en torno de las dos figuras que lo componen, algunos de los más peculiares ornatos de la naturaleza que las rodea. El Desierto es nuestro, es nuestro más pingüe patrimonio, y debemos poner conato en sacar de su seno, no sólo riqueza para nuestro engrandecimiento y bienestar sino también poesía para nuestro deleite moral y fomento de nuestra literatura nacional. Nada le compete anticipar sobre el fondo de su obra; pero hará notar que por una parte predomina en La Cautiva la energía de la pasión manifestándose por actos; y por otra el interno afán de su propia actividad, que poco a poco consume, y al cabo aniquila de un golpe, como el rayo, su débil existencia.

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