Madame Bovary

¡Sin embargo, hubo que separarse! Los adioses fueron tristes. Era a casa de la tía Rolet adonde tenía que enviar las cartas; y le hizo unas recomendaciones tan precisas sobre el doble sobre, que León admiró grandemente su astucia amorosa.

—Entonces, ¿me dices que todo está bien? —le dijo ella en el último beso.

—¡Desde luego que sí!

Pero, ¿por qué, pensó él después, volviendo solo por las calles, tiene tanto interés por el poder?









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