Los trabajos y los días

¡Perses! Tú escucha a la justicia, y no agrandes la insolencia. La insolencia es mala para el mísera mortal. Ni aun el procer puede fácilmente sufrirla, sino que es abrumado por ella cuando viene a caer en alocados trances. Senda que conduce al otro lado, en busca de lo justo, es más ventajosa. Justicia sobre Insolencia reina, cuando el fin de su curso alcanza: sufriendo el tonto aprende (65).

Deprisa corre Juramento (66), en pos de las torcidas sentencias. Y hay un clamoreo de Justicia (67), al ser arrastrada por doquiera la conduzcan los tragones de regalos (68), cuando dictan sus normas basándose en torcidas decisiones.

Ella les sigue, llorando, por la ciudad y moradas de pueblos [vestida de bruma, portando ruina a los hombres] que la proscriben y no la administran en forma recta (69).






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