Los Miserables - Parte 3

Capítulo 1 Hallazgo

Pasó el verano y después el otoño; y llegó el invierno. Ni el señor Blanco ni la joven habían vuelto a poner los pies en el Luxemburgo. Marius no tenía más que un pensamiento, volver a ver aquel dulce y adorable rostro, y lo buscaba sin cesar y en todas partes; pero no hallaba nada. No era ya el soñador entusiasta, el hombre resuelto, ardiente y firme, el arriesgado provocador del destino, el cerebro que engendra porvenir sobre porvenir con la imaginación llena de planes, de proyectos, de altivez, de ideas y de voluntad. Era un perro perdido. Había caído en una negra tristeza; todo había concluido para él.

El trabajo le repugnaba, el paseo lo cansaba, la soledad lo fastidiaba; la Naturaleza se presentaba ahora vacía ante sus ojos. Le parecía que todo había desaparecido.

Un día de aquel invierno, Marius acababa de salir de su pieza en casa Gorbeau y caminaba lentamente por la calle, pensativo y con la cabeza baja.

De repente sintió un empujón en la bruma; se volvió, y vio dos jóvenes cubiertas de harapos -una alta y delgada, la otra más pequeña-, que pasaban rápidamente frente a él, sofocadas, asustadas, y como huyendo. No lo vieron y lo rozaron al pasar.

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