El Castillo

XXV

Cuando K despertó, creyó al principio que apenas había dormido; la habitación estaba igual, vacía y templada, todas las paredes ocultas por la oscuridad, la lámpara sobre los grifos de los barriles, y una ventana que mostraba la noche. Pero cuando se estiró, cayó el cojín y tanto la tabla como los barriles crujieron; Pepi acudió en seguida y entonces se enteró de que ya era de noche y que había dormido más de doce horas. La posadera había preguntado por él varias veces durante el día, también Gerstäcker, quien, por la mañana, cuando K hablaba con la posadera, había esperado allí con una cerveza, pero luego no se atrevió a molestarle, había regresado para verle, también Frieda había venido y había permanecido un instante al lado de K, pero no había venido por él, sino porque tenía cosas que preparar allí, pues por la noche tenía que reanudar su antigua labor.







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