El Proceso

VISITA A LA MADRE

De repente, durante la comida, se le ocurrió visitar a su madre. La primavera ya estaba llegando a su fin y con ella se cumplía el tercer año desde que no la había visto. Su madre le había pedido hacía tres años que fuese a su cumpleaños y él había cumplido la promesa, a pesar de algunos impedimentos. Luego le había prometido visitarla en todos sus cumpleaños, una promesa que había dejado de cumplir dos veces. Ahora no quería esperar hasta su cumpleaños: aunque sólo faltaran catorce días, deseaba viajar en seguida. Sin embargo, se dijo que no había ningún motivo para salir tan rápido, todo lo contrario, las noticias que recibía regularmente, en concreto cada dos meses, de su primo, que poseía un comercio en la pequeña ciudad y administraba el dinero que K le enviaba a su madre, eran más tranquilizadoras que nunca. La vista de la madre se apagaba, pero eso, según lo que le habían dicho los médicos, ya lo esperaba K desde hacía años, no obstante su estado había mejorado en general, determinadas dolencias de la edad habían disminuido en vez de agravarse, al menos ella se quejaba menos. Según el primo, se podría deber a que en los últimos años K ya había advertido algo con disgusto en su visita se había vuelto muy piadosa. El primo le había descrito en una carta, de manera muy ilustrativa, cómo la anciana, que antes se había arrastrado con esfuerzo, ahora andaba muy bien cogida de su brazo cuando la llevaba los domingos a la iglesia. Y K podía creer al primo, pues éste era miedoso y solía exagerar en sus informes lo malo antes que lo bueno.

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