Crítica de la Razón Práctica

3. En torno al enigma de la libertad

En efecto, Kant cree resolver (o más bien disolver) gracias a su planteamiento ético el mayor y más insondable de los enigmas, cual es el de la libertad humana, y afirma que «nunca se hubiera dado la proeza de introducir la libertad en la ciencia, de no haber comparecido la ley moral y si con ella no nos hubiera impuesto ese concepto la razón práctica» (A 54). Dentro de su pensamiento, es «la ley moral, de la cual cobramos una consciencia inmediata (tan pronto como nos trazamos máximas de la voluntad), aquello que se nos brinda en primer lugar y nos conduce directamente al concepto de libertad» (A 53), puesto que «la ley moral no expresa sino la autonomía de la razón pura práctica, o sea, la libertad» (A 59). La ley moral nos permite obrar «como si merced a nuestra voluntad tuviese que surgir al mismo tiempo un ordenamiento de la naturaleza» (A 76), es decir, como si pudiéramos introducir algo nuevo al margen del inexorable mecanicismo de la concatenación causal. Ante los ojos de Kant, sólo la ley moral «sirve como principio deductivo de una capacidad impenetrable que ninguna experiencia puede probar: la libertad» (A 82). A ésta se consagra en realidad todo el prólogo de la Crítica de la razón práctica, donde se sostiene que «la libertad es algo efectivo, dado que su idea se revela por medio de la ley moral, siendo también la única entre todas las ideas de la razón especulativa de cuya posibilidad sabemos algo a priori, por cuanto supone la condición de esa ley moral que sí conocemos» (A 5). Pocos pasajes de Kant han sido más citados que la primera nota del mencionado prólogo:

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