Ana de las Tejas Verdes

- ¡No me quieren! – gritó –. ¡No me quieren porque no soy un chico! Debí haberlo esperado. Nunca me quiso nadie. Debí haber comprendido que todo era demasiado hermoso para que durara. Debí haber comprendido que nadie me quiere en realidad.

Oh, ¿qué puedo hacer? ¡Voy a echarme a llorar!.

Y lo hizo. Sentándose en una silla junto a la mesa, puso los brazos sobre ésta y escondiendo la cara entre ellos, comenzó a llorar estrepitosamente. Marilla y Matthew se dirigieron sendas miradas de reproche. Ninguno de los dos sabía qué hacer o decir. Finalmente Marilla se decidió a actuar.

- Bueno, no hay necesidad de llorar así.

- ¡Sí, hay necesidad! – La niña levantó rápidamente la cabeza, dejando ver su rostro lleno de lágrimas y sus labios temblorosos –. También usted lloraría si fuera una huérfana y hubiera venido a un sitio que creía iba a ser su hogar para encontrarse con que no la quieren porque no es un chico. ¡Oh, esto es lo más trágico que me ha sucedido!.

Lo que parecía una sonrisa algo torpe por falta de práctica, suavizó el torvo semblante de Marilla.

- Bueno, no llores más. No vamos a dejarte fuera esta noche. Tendrás que quedarte aquí hasta que investiguemos este asunto. ¿Cómo te llamas?.

La niña vaciló un momento.

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