Ana de las Tejas Verdes

- ¿Sabe una cosa? – dijo Ana confidencialmente –. Estoy resuelta a disfrutar de este paseo. Tengo una gran experiencia al respecto, y sé que se puede disfrutar de todo cuando uno está firmemente decidido a ello. Por supuesto, hay que estar firmemente decidido. Durante nuestro paseo no voy a pensar en que tengo que volver al asilo. Sólo voy a pensar en el paseo. Oh, mire, allí hay una temprana rosa silvestre. ¿No es preciosa? ¿No le parece que debe ser muy bonito ser una rosa? ¿No sería maravilloso que las rosas pudieran hablar? Estoy segura de que podrían contarnos historias fantásticas. ¿Y no es el rosa el color más fascinante del mundo? Lo adoro, pero no puedo usarlo. Las personas de cabello rojizo no pueden usar ropa color rosa, ni aun en la imaginación. ¿Ha sabido alguna vez de alguien que tuviera el pelo rojo de joven y que se le haya cambiado a otro color al crecer?.

- No, no creo haberlo oído nunca – dijo Marilla sin piedad – ya tampoco creo que sea probable que te ocurra a ti.

Ana suspiró.

- Bueno, otra esperanza que se pierde. Mi vida es un perfecto cementerio de esperanzar muertas. Esta frase la leí una vez en un libro y me la repito siempre para consolarme cuando estoy desilusionada por algo.

- No veo dónde está el desconsuelo – dijo Marilla.

eXTReMe Tracker