Ana de las Tejas Verdes

- Pues porque suena tan bello y romántico como si yo fuera la heroína de un libro. Me encantan las cosas románticas; y un cementerio lleno de esperanzas muertas es lo más romántico que uno pueda imaginarse, ¿no es cierto? Casi estoy contenta de que mi vida lo sea. ¿Vamos a cruzar el Lago de las Aguas Refulgentes hoy?.

- Hoy no pasaremos por la laguna de Barry, si es eso lo que quieres decir. Vamos por el camino de la costa.

- “Camino de la costa” suena muy hermoso – dijo Ana soñadoramente –. ¿Es tan hermoso como suena? ¡En el mismo instante en que usted dijo “camino de la costa” lo vi como un cuadro en mi mente! Y también White Sands es un lindo nombre; pero no me gusta tanto como Avonlea. Avonlea es un nombre encantador. Suena como música. ¿Queda muy lejos White Sands?.

- A unos ocho kilómetros; y como veo que estás resuelta a hablar, hazlo con algún beneficio, contándome todo lo que sepas sobre ti misma.

- Oh, lo que sé sobre mí misma realmente no vale la pena – dijo Ana ansiosamente –. Si me permitiera contarle lo que imagino, lo encontraría mucho más interesante.

- No, no quiero ninguna de tus fantasías. Aténte sólo a la verdad. Comienza por el principio. ¿Dónde has nacido y cuántos años tienes?.

- Cumplí once años en marzo – dijo Ana resignándose a la verdad con un pequeño suspiro

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