Ana de las Tejas Verdes

–. Y nací en Bolingbroke, Nueva Escocia. El nombre de mi padre era Walter Shirley y era maestro en la Escuela Superior de Bolingbroke. Mi madre se llamaba Berta Shirley.

¿No es cierto que Walter y Berth son nombres preciosos? ¡Estoy tan contenta de que mis padres tuvieran unos nombres tan bonitos! Sería una verdadera desgracia el tener un padre llamado... bueno, digamos Jedediah, ¿no es cierto?.

- Creo que lo que tiene importancia no es cómo se llame una persona, sino cómo se comporte – dijo Marilla sintiéndose obligada a inculcar una moral sana y útil.

- Bueno, no sé – dijo Ana pensativamente –. Leí una vez en un libro que si la rosa tuviera otro nombre su fragancia sería la misma, pero no puedo convencerme de que sea cierto.

No puedo creer que una rosa fuera tan linda si se llamara cardo o calabaza. Supongo que mi padre podría haber sido un buen hombre aunque se hubiera llamado Jedediah, pero estoy segura que tal nombre habría sido una carga para él. Bien; mi madre también era maestra en la Escuela Superior, pero cuando se casó con papá abandonó el magisterio.

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