Ana de las Tejas Verdes

- Anoche tenía la mente tan turbada, que ni pensé en la ropa – dijo Ana –. La doblaré mejor esta noche. Siempre lo hacíamos en el asilo, aunque la mitad de las veces lo olvidaba, tal era mi prisa por meterme en la cama para estar tranquila e imaginar cosas.

- Pues si has de estar aquí, tendrás que recordarlo un poco mejor – la amonestó Marilla –.

Di tus oraciones y a dormir.

- Nunca rezo – anunció Ana.

Marilla la miró aterrorizada.

- Pero, Ana, ¿qué estás diciendo? ¿Nunca te han enseñado a rezar? Dios quiere que las niñas siempre digan sus oraciones antes de acostarse. ¿Sabes quién es Dios, Ana?.

- “Dios es un Espíritu purísimo, infinitamente bueno, sabio, justo, poderoso, principio y fin de todas las cosas” – respondió Ana rápidamente y de forma locuaz.

Marilla se mostró algo aliviada.

- ¡De modo que sabes algo, a Dios gracias! No eres pagana del todo. ¿Dónde aprendiste eso?.

- Oh, en la Escuela Dominical del asilo. Nos hacían estudiar todo el catecismo. Me gustaba mucho. Hay algo espléndido en algunas palabras: “infinitamente”, “poderoso”,

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