El naufragio del Titán

CAPÍTULO VII

Setenta y cinco toneladas de peso muerto atravesando la niebla a una media de quince metros por segundo chocaron con el iceberg. Si el impacto se hubiera producido sobre una pared perpendicular, la elasticidad y resistencia de las placas y de las cuadernas curvas hubieran soportado el choque sin más daño para los pasajeros que una fuerte sacudida y, para el barco, que el aplastamiento de sus amuras y la muerte de uno de los vigías en la parte inferior. El buque habría retrocedido y, con el mascarón ligeramente hundido, habría terminado el viaje reduciendo la velocidad para ser reparado con dinero del seguro y obtener a la postre grandes beneficios de la consiguiente publicidad sobre su indestructibilidad. Pero una especie de playa en la parte inferior del iceberg, formada posiblemente por un vuelco reciente de este, recibió el impacto del Titán. El barco, con su quilla cortando el hielo como la cuchilla de un trineo y apoyando todo el peso en la sentina, se fue elevando cada vez más sobre la superficie del mar hasta que las hélices de popa quedaron semiexpuestas. Entonces un montículo del iceberg lo golpeó bajo la armura de babor, y el barco, escorándose, perdió el equilibrio y volcó a estribor.


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