Así habló Zaratustra

– para decir de nuevo la palabra del gran mediodía de la tierra y de los hombres, para volver a anunciar el superhombre a los hombres.

He dicho mi palabra, quedo hecho pedazos a causa de ella: así lo quiere mi suerte eterna – , ¡perezco como anunciador!

Ha llegado la hora de que el que se hunde en su ocaso se bendiga a sí mismo. Así – acaba el ocaso de Zaratustra”.» –[424]

Cuando los animales hubieron dicho estas palabras callaron y aguardaron a que Zaratustra les dijese algo: mas Zaratustra no oyó que ellos callaban. Antes bien, yacía en silencio, con los ojos cerrados, semejante a un durmiente, aunque ya no dormía: pues se hallaba en conversación con su alma. Pero la serpiente y el águila, al encontrarlo tan silencioso, honraron el gran silencio que lo rodeaba y se alejaron con cuidado.




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