Así habló Zaratustra

Oh alma mía, te he enseñado a persuadir de tal modo que persuades a venir a ti a los argumentos mismos: semejante al sol, que persuade al mar a subir hasta su altura.

Oh alma mía, he apartado de ti todo obedecer, todo doblar la rodilla y todo llamar «señor» a otro, te he dado a ti misma el nombre «Viraje de la necesidad»[427] y «Destino».

Oh alma mía, te he dado nuevos nombres y juguetes multicolores, te he llamado «Destino» y «Contorno de los contornos» y «Ombligo del tiempo» y «Campana azur».

Oh alma mía, a tu terruño le he dado a beber toda sabiduría, todos los vinos nuevos y también todos los vinos fuertes, inmemorialmente viejos, de la sabiduría.

Oh alma mía, todo sol lo he derramado sobre ti, y toda noche y todo callar y todo anhelo: – así has crecido para mí cual una viña.

Oh alma mía, inmensamente rica y pesada te encuentras ahora, como una viña, con hinchadas ubres y densos y dorados racimos de oro: –

– apretada y oprimida por tu felicidad, aguardando a causa de tu sobreabundancia, y avergonzada incluso de tu aguardar.

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