Así habló Zaratustra

¡Oh alma mía, en ninguna parte hay ahora un alma que sea más amorosa y más comprehensiva y más amplia que tú! El futuro y el pasado ¿dónde estarían más próximos y juntos que en ti?

Oh alma mía, te he dado todo, y todas mis manos se han vaciado por ti: – ¡y ahora! Ahora me dices, sonriente y llena de melancolía: «¿Quién de nosotros tiene que dar las gracias? –

– ¿el que da no tiene que agradecer que el que toma tome? ¿Hacer regalos no es una necesidad? ¿Tomar no es – un apiadarse?». –

Oh alma mía, comprendo la sonrisa de tu melancolía: ¡También tu inmensa riqueza extiende ahora manos anhelantes!

¡Tu plenitud mira por encima de mares rugientes y busca y aguarda; el anhelo de la sobreplenitud mira desde el cielo de tus ojos sonrientes!

¡Y, en verdad, oh alma mía! ¿Quién vería tu sonrisa y no se desharía en lágrimas? Los ángeles mismos se deshacen en lágrimas a causa de la sobrebondad de tu sonrisa.

Tu bondad y tu sobrebondad son las que no quieren lamentarse y llorar: y, sin embargo, oh alma mía, tu sonrisa anhela las lágrimas, y tu boca trémula, los sollozos.

eXTReMe Tracker