Así habló Zaratustra

Este mundo de aquí me es extraño y lejano, también he oído aullar a animales salvajes; y el que habría podido ofrecerme ayuda, ése no existe ya.

Yo buscaba al último hombre piadoso, un santo y un eremita, que, solo en su bosque, no había oído aún nada de lo que todo el mundo sabe hoy».[477]

«¿Qué sabe hoy todo el mundo?, preguntó Zaratustra. ¿Acaso que no vive ya el viejo Dios en quien todo el mundo creyó en otro tiempo?».

«Tú lo has dicho[478], respondió el anciano contristado. Y yo he servido a ese viejo Dios hasta su última hora.

Mas ahora estoy jubilado, no tengo dueño y, sin embargo, no estoy libre, tampoco estoy alegre ni una sola hora, a no ser cuando me entrego a los recuerdos.

Por ello he subido a estas montañas, para celebrar por fin de nuevo una fiesta para mí, cual conviene a un antiguo papa y padre de la Iglesia: pues sábelo, ¡yo soy el último papa! – una fiesta de piadosos recuerdos y cultos divinos.

Pero ahora también él ha muerto, el más piadoso de los hombres, aquel santo del bosque que alababa constantemente a su Dios cantando y gruñendo.

A él no lo encontré ya cuando encontré su choza, – pero sí a dos lobos dentro, que aullaban por su muerte – pues todos los animales lo amaban. Entonces me fui de allí corriendo.

eXTReMe Tracker