1984

Hacía aceptar las violaciones más flagrantes de la realidad porque nadie comprendía del todo la enormidad de lo que se les exigía ni se interesaba lo suficiente por los acontecimientos públicos para darse cuenta de lo que ocurría. Por falta de comprensión, todos eran políticamente sanos y fieles. Sencillamente, se lo tragaban todo y lo que se tragaban no les sentaba mal porque no les dejaba residuos lo mismo que un grano de trigo puede pasar, sin ser digerido y sin hacerle daño, por el cuerpecito de un pájaro.

VI

Por fin, había ocurrido. Había llegado el esperado mensaje. Le parecía a Winston que toda su vida había estado esperando que esto sucediera.

Iba por el largo pasillo del Ministerio y casi había llegado al sitio donde Julia le deslizó aquel día en la mano su declaración. La persona, quien quiera que fuese, tosió ligera mente sin duda como preludio para hablar. Winston se detuvo en seco y volvió la cara. Era O'Brien.

Por fin, se hallaban cara a cara y el único impulso que sentía Winston era emprender la huida. El corazón le latía a toda velocidad.

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