1984

Cuando me haga rico, dicen las campanas de Shoreditch

-¡Sabías el último verso!! dijo Winston.

-Sí, lo sé, y ahora creo que es hora de que te vayas. Pero, espera, toma antes una de estas tabletas.

OBrien, después de darle la tableta, le estrechó la mano con tanta fuerza que los huesos de Winston casi crujieron. Winston se volvió al llegar a la puerta, pero ya O'Brien empezaba a eliminarlo de sus pensamientos. Esperaba con la mano puesta en la llave que controlaba la telepantalla. Más allá veía Winston la mesa despacho con su lámpara de pantalla verde, el hablescribe y las bandejas de alambre cargadas de papeles.

El incidente había terminado. Dentro de treinta segundos pensó Winston- reanudaría O'Brien su interrumpido e importante trabajo al servicio del Partido.

IX

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