Cuentos de amor de locura y de muerte

Nuevo silencio, cada vez más tempestuoso.

–¿Es por mí que su señor padre no quiere asistir?

–¡No, no señora! –exclamó al fin Nébel, impaciente– Está en su modo de ser… Hablaré de nuevo con él, si quiere.

–¿Yo, querer? –se sonrió la madre dilatando las narices–. Haga lo que le parezca… ¿Quiere irse, Nébel, ahora? No estoy bien.

Nébel salió, profundamente disgustado. ¿Qué iba a decir a su padre? Este sostenía siempre su rotunda oposición a tal matrimonio, y ya el hijo había emprendido las gestiones para prescindir de ella.

–Puedes hacer eso, y todo lo que te dé la gana. Pero mi consentimiento para que esa entretenida sea tu suegra, ¡jamás!

Después de tres días Nébel decidió concluir de una decidió aclarar de una vez esa vez con ese estado de cosas, y aprovechó para ello un momento en que Lidia no estaba.

–Hablé con mi padre –comenzó Nébel–, y me ha dicho que le será completamente imposible asistir.

La madre se puso un poco pálida, mientras sus ojos, en un súbito fulgor, se estiraban hacia las sienes.

–¡Ah! ¿Y por qué?

eXTReMe Tracker