–Muy bien mamá…
–¡Ah! ¿No sabes lo que dice? Está casado. ¡Tan joven aún! Somos casi de su familia…
Lidia volvió entonces los ojos a Nébel, y lo miró un momento con dolorosa gravedad.
–¿Hace tiempo? –murmuró.
–Cuatro años –repuso él en voz baja. A pesar de todo, le faltó ánimo para mirarla.