El Corsario Negro

Los colonos españoles de Santo Domingo, al ver perjudicado su comercio, pensaron desembarazarse inmediatamente de aquellos ladrones y aprovechando el momento en que la Tortuga se quedó casi sin guarnición, enviaron poderosas fuerzas para asaltarla. La presa fue fácil y todos los filibusteros que cayeron en las manos de los españoles fueron muertos bárbaramente o ahorcados.

Los filibusteros que se encontraban pirateando, apenas conocidos los estragos, juraron vengarse y al mando de Willes, después de una lucha desesperada, reconquistaron su isla, matando a toda la guarnición; pero entre los colonos surgieron entonces algunas graves diferencias, al ser los franceses más numerosos que los ingleses, por lo que aprovecharon los españoles para caer otra vez sobre la Tortuga y echar a los habitantes, que fueron obligados a refugiarse en los bosques de Santo Domingo.

Al igual que los primeros colonos de San Cristóbal fueron los creadores de la filibustería, los fugitivos de la Tortuga fueron los fundadores de la bucanería.

Secar y ahumar las pieles de los animales muertos se decía en lengua caribe bucan, y de ahí viene la palabra bucaneros.

Aquellos hombres, que se convertirían más tarde en los más valientes aliados de los filibusteros, vivían como salvajes, en míseras cabañas improvisadas con pocas ramas.

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