El Corsario Negro

El tiempo era espléndido, el mar estaba tranquilo y el viento era favorable; así que todo hacía esperar una navegación rápida y feliz hasta Maracaibo; tanto más, cuanto que se había advertido a los filibusteros que se encontraba entonces la flota del almirante Toledo en las costas de Yucatán, con rumbo a los puertos de México[2].

Pasados dos días sin haber tenido encuentro alguno, y cuando la escuadra se disponía a doblar el cabo del Engako, El Rayo, que navegaba, como siempre, a la cabeza, señaló la presencia de un barco enemigo que iba con rumbo a Santo Domingo.

El Olonés, nombrado comandante supremo, ordenó que todos los buques se pusieran al pairo y fue a reunirse con El Rayo, que se preparaba para la caza del barco avistado.

Junto a la costa, y al otro lado del cabo, divisaron un navío que llevaba en el asta de popa el gran estandarte de España, y en el mastelete del palo mayor, el gallardete de los buques de guerra. Parecía como que buscaba un refugio, pues habría visto ya, probablemente, la poderosa escuadra filibustera.

El Olonés hubiera podido rodearle con sus otras naves y obligarle a rendirse, o echarle a pique de una sola andanada; pero aquellos fieros corsarios tenían incomprensibles magnanimidades, siendo, como eran, ladrones de mar.

eXTReMe Tracker