El Corsario Negro

CAPÍTULO XIX

EL ASALTO A MARACAIBO

Aquel cañonazo lo disparó el barco del Olonés, que había pasado a la vanguardia poniéndose al pairo a dos millas de Maracaibo y ante el fuerte situado en una altura, el cual defendía la ciudad juntamente con dos islas.

Algunos de los filibusteros que habían estado ya en el golfo de Maracaibo con el Corsario Verde y el Rojo, aconsejaron al Olonés que desembarcase los bucaneros en aquella parte, con objeto de coger entre dos fuegos al fuerte que dominaba el lago, y el filibustero se había apresurado a dar la señal de la operación de guerra.

Con prodigiosa rapidez se echaron al agua todas las chalupas de las diez naves, y los filibusteros y bucaneros destinados para el desembarco se habían agolpado en ellas, llevando consigo los fusiles y los sables de abordaje.

Cuando el Corsario se presentó en la cubierta, ya Morgan había mandado bajar a las chalupas sesenta hombres escogidos entre los más intrépidos.

—¡Comandante —dijo volviéndose hacia el Corsario Negro—, no hay que perder un instante! ¡Los hombres de desembarco comenzarán dentro de breves momentos el ataque al fuerte y nuestros filibusteros deben ser los primeros en subir al asalto!

—¿Ha dado alguna orden el Olonés?

—Sí, señor. Ha ordenado que la flota no se exponga al fuego del fuerte.

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