Robin Hood

—Ni una palabra; nadie hay en el castillo para pedir noticias. En cuanto a lady Christabel, está en Normandía, y con toda probabilidad en un convento. Es presumible que el señor Allan Clare esté cerca de ese convento.

—Es casi seguro —respondió Robín—. ¡Pobre Allan! Espero que la fidelidad de su amor tenga recompensa algún día.

—Querido Robín —continuó Hal—, si podemos hacer algo para salvar a William hay que intentarlo esta misma tarde; los prisioneros saldrán hacia Londres por la noche para ser juzgados y condenados allí según el deseo del rey.

—Entonces, apresurémonos; prometí a Pequeño Juan esperarle a la entrada del castillo.

Robín saludó graciosamente a la joven, y los dos amigos tomaron con paso rápido la dirección del castillo.




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