Suenan las trompas. Entra [el PRÍNCIPE DE] MARRUECOS, un moro cobrizo vestido de blanco, y tres o cuatro acompañantes como él, con PORCIA, NERISA y séquito.
PRÍNCIPE DE MARRUECOS
No me rechacéis por mi color,
oscuro uniforme del sol esplendente,
de quien soy vecino y allegado.
Traedme al ser más hermoso del Norte,
donde el fuego de Febo no ablanda carámbanos,
y cortemos nuestra piel por vuestro amor
para ver el que tiene la sangre más roja.
Yo os digo, señora, que mi rostro
espantó al valeroso y juro por mi amor
que las vírgenes más nobles de mi tierra
lo han amado. Solo cambiaría este color
por robaros el sentido, reina mía.
PORCIA
En mi elección no me guían solamente
unos ojos de doncella delicada.
Además, el azar de mi destino
me veda el derecho de elegir.
Si mi padre, en su prudencia, no me hubiera
restringido para darme por esposa
a quien me gane del modo que os he dicho,
vos, insigne príncipe, seríais tan claro
a mis sentidos como todos los que he visto.