Heidi

Por fin quedó terminada la obra y en el suelo se veía un enorme fardo listo para ser llevado a casa del doctor. La señorita Rottenmeier lo contemplaba, sumida en profundas reflexiones acerca del arte de embalar, mientras Clara lo miraba muy satisfecha, imaginándose los saltos de alegría y las exclamaciones de Heidi cuando recibiera aquellos regalos. Un poco más tarde, Sebastián entró en la habitación y, con sus brazos vigorosos, cargó el fardo sobre su espalda para llevarlo inmediatamente a casa del doctor.













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