La piedra cansada

LAS DONCELLAS, sobrecogidas: —¡Oh!… ¡No nos toques! ¡Vete!… (Se asen una a otra, retirándose y aislando a Tolpor).

TOLPOR: —¿Hermosas mitimaes, montañesas señoras, conocéis el amor? ¿Habéis amado ya? Alejaos de mí, pero escuchadme…

DONCELLA PRIMERA: —¿El amor?… El amor cuentan que nace a la sombra de las palmeras florecidas.

DONCELLA SEGUNDA: —El amor viene en los buches de los cóndores del norte. Es una piedrecilla azul, que cura el mal de la distancia.

TOLPOR, riéndose como un niño: —El amor, desconocidas, no viene de planta ni de animal. El amor, todo el amor y todos los amores del mundo, nacen del pecho humano. Lo sé. Lo sé por experiencia. Mi amor, el amor que me nace esta tarde, lo he soñado durante soles, lunas y estaciones, al tañer los carrizos de mi antara… (Las doncellas también ríen, infantiles).

DONCELLA PRIMERA: —¿Y dónde anda tu novia? ¿Quién es ella?

TOLPOR: —¡Mi novia es una ñusta! ¡Una ñusta aterrada! Ha acariciado mis cabellos…

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