La piedra cansada

LAS DONCELLAS, aleladas: —¡Una ñusta!… ¡Es una flusta!… ¡Otra impiedad! ¡Otra blasfemia! ¡Vete! ¡Manchas! ¡Vete! ¡Vete!… (Se apartan de él. Algunos transeúntes se detienen a observar la escena. Tolpor, bruscamente ensombrecido, se descalza y penetra, la frente inclinada, en el Koricancha).

TELON













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