La piedra cansada

Cuadro Sexto

Tarde en una encrucijada de caminos, en Chokechaka. En el centro de la escena, un dolmen de piedra en forma de serpiente. En torno, arboledas. Auquis y sipacoyas celebran, presididos por Uyurqui y mama Payo, la entrada a la pubertad de Kaura. Delante del dolmen, la asistencia está sentada en dos filas, de espaldas unos a otros —por parejas— sobre dos largos bancos de madera, tapizados de yerba y dispuestos de un extremo al otro del tablado. Al fondo, detrás del dolmen, los padres de Kaura aparecen sentados en un alto y grueso tronco de árbol recién trozado y cubierto aún de hojas y ramajes. Un grupo de vírgenes, vestidas de rojo, están de pie, una al lado de cada asistente, sosteniendo, en una mano un vaso y en la otra una rama de blanco algodón en flor. Kaura, ataviada de plumas policromas y guirnaldas de flores, está de pie entre sus padres, dando frente al público. Uyurqui y mama Payo la tienen tomada por las manos.

Un coro de niños invisibles entona el cántico ritual de la quipuchika. Al terminar el canto, impera un largo y profundo silencio. Después, las vírgenes alargan los vasos a los asistentes y éstos liban ceremoniosamente. Hay una nueva pausa.

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