La piedra cansada

AUQUI 3: —Acaban también de ser anunciados tres ermitaños, venidos de pakarinas lejanas…

OFICIAL 3: —Sí. Los he visto llegar esta mañana, por el gran camino de la sierra.

AUQUI 3: —Traían al hombreo, cada cual, un arbusto frondoso y desconocido, en plena lozanía. Según parece, el mérito de la ofrenda consiste en que estas plantas deben llegar a manos del nuevo Inca, enteras y verdes, tal como fueron arrancadas del suelo, sin que ni una sola de sus hojas se desgaje en el largo camino o empiece a amarillar y a marchitarse… (Dos auquis vienen por el foro).

AUQUI 4: —Tengo para mí que una tal conferencia del Inca con los sabios, artistas y sacerdotes, el día de su coronación, no tiene precedente en el Imperio. Es una iniciativa cuyos resultados para la organización del nuevo régimen, serán incalculables.

AUQUI 5: —No faltan, sin embargo, quienes, acostumbrados a un pasado rutinario, se sientan como atropellados por la aparición, brutal y deslumbrante, de un Emperador tan intempestivamente renovador.

AUQUI PRIMERO: —¿Sabéis si los ermitaños han sido, por fin, recibidos?

AUQUI 5: —¿Qué ermitaños?

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