Los Hijos del Capitán Grant en la América del Sur

Antes de seguir debían decidir por qué paso se podía atravesar la cordillera de los Andes sin apartarse de la dirección que seguían. Consultaron al capataz quien les informó que sólo había dos pasos en esa región.

-¿Acaso el de Arica*, descubierto por Valdivia y Mendoza? -preguntó Paganel.

-Precisamente

-¿Y el de Villarrica*, situado al sur del nevado del mismo nombre?

-Justo.

-Pues bien, amigo, esos dos pasos nos apartan de la ruta que nos conviene.

-Tiene acaso otro que proponernos?

-Sí -respondió Paganel-, está el paso de Antuco, situado en la pendiente volcánica, a sólo medio grado de nuestro derrotero. Se encuentra a escasamente dos mil metros de altura y fue reconocido por Zamudio de la Cruz*.

-Y usted, capataz, conoce este paso?

-Sí, milord, pero no lo proponía porque no es más que una vereda para el ganado que sólo usan los pastores indios.

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